En términos empresariales, ser ágil es clave
porque significa competitividad. Lo difícil es poner en práctica esta premisa,
fomentar el cambio e implementarlo de forma eficaz.
En un mundo cambiante donde la competencia crece por
segundos, ser ágil es una cuestión de supervivencia. Sin embargo, no todas las
empresas lo tienen entre sus prioridades.
¿ Con qué frecuencia los líderes y gestores empresariales responden ágilmente a los retos del mercado y con qué rapidez se ajustaban sus organizaciones a las nuevas formas de hacer las cosas.?
La mayoría de las empresas anteponen la
estabilidad a la agilidad. Es decir, la mayor barrera para el cambio es la
obsesión por la estabilidad.
Qué diferencia a una empresa
ágil
Observando el comportamiento de las empresas más
ágiles se intuye cuál es la forma más habitual de materializar este valor. En
orden de prioridad, las actitudes y premisas de las empresas ágiles son:
- Definir claramente los roles y funciones de sus miembros
- Poner la innovación en primera línea
- Capturar continuamente nuevas ideas
- Basar sus procesos en capacidades
- Imponer disciplina en la forma de operar
- Fomentar la competitividad interna
- Transmitir y vivir valores
- Compartir conocimiento
- Contar con líderes inspiradores
- Revisar continuamente la eficiencia de las personas.
Las organizaciones más
ágiles son las que consiguen equilibrar adecuadamente rapidez, claridad,
estabilidad y estructura. Son potentes impulsores de la innovación, el
aprendizaje y el conocimiento. Además, estas organizaciones saben motivar y
cuentan con líderes inspiradores.
A partir de la experiencia
en procesos de negocio se deduce que es clave contar no sólo con las personas
sino también con las herramientas más adecuadas. De esta forma, se abre la
puerta al cambio al tiempo que se reducen los riesgos para la estabilidad de
las organizaciones y se garantiza la continuidad del proceso.
Todo ello se traduce en
disponer de herramientas que faciliten tanto la toma de decisiones como la
implementación de las tareas derivadas de esas decisiones. El Business
Intelligence permite acelerar la toma de decisiones de forma segura al
proporcionar información actualizada y en tiempo real accesible desde
dispositivos móviles. Esto ayuda a los directores de las diferentes áreas de la
empresa a conocer el estado real del negocio. Resulta especialmente interesante
para labores comerciales, donde tener la última actualización antes de una
reunión con un cliente puede suponer conseguir un nuevo contrato.
En esa coyuntura, aquellos
instrumentos que estudien la visión del cliente y capten tendencias en el
mercado serán claves para tomar decisiones. Gracias a la analítica predictiva
se pueden analizar comportamientos y prever el siguiente paso del consumidor
antes de que se produzca. Ya es posible saber si un cliente no tiene intención
de renovar un contrato, qué producto de la web le puede interesar o realizar un
forecast de productos que se ajustará a la demanda.
Si además todas estas
herramientas se combinan con otras que facilitan la comunicación, tanto en
distintos canales como con contenidos personalizados, la agilidad se extenderá
hasta el final de la cadena mejorando la competitividad. Para alcanzar este
objetivo son ideales las tecnologías de automatización de marketing y
omnicanalidad.
Respecto a la comunicación,
lo que no puede faltar en una organización que quiera ser ágil es la habilidad
de comunicar internamente los cambios. Para asegurar el éxito es necesario que
la información llegue rápidamente hasta todos los implicados en los procesos. También
aquí encontramos ayuda en la tecnología, por ejemplo, a través de las redes
sociales corporativas.
Tras este análisis, queda
claro que es importante una transformación hacia organizaciones más ágiles. La
duda ahora es si las empresas están listas para enfrentarse al reto. Solo
aquellas que lo estén son las que vivirán para contarlo.
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