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miércoles, 24 de diciembre de 2014

El camino hacia el liderazgo 3.0

     En España tenemos un claro problema de productividad, autoestima y reconocimiento. Esto tiene relación directa con el tipo de técnicas de liderazgo que practican mayoritariamente en las empresas. Si queremos mejorar en productividad, autoestima y reconocimiento el primer paso es actualizarnos, dejar de ser “jefes” y ponernos al día en liderazgo.



     Los cambios del ecosistema laboral implican cambios profundos en todas las esferas. Las empresas de hoy han de parecer menos cuarteles militares y más salones de conciertos. En la “guerra” de los negocios se necesitan menos generales y más directores de orquesta. Casi no hay nada más lejano a la idea de un soldado que el arquetipo del empleado 3.0, cada vez más empoderado en la medida que su acervo de conocimientos y competencias se acrecienta.

     La globalización, las nuevas tecnologías, la penetración de Internet, las redes sociales, etc., han democratizado hasta el extremo la producción de ideas y de nuevo conocimiento. Lo que se aprende en la universidad ya no basta. En cuestión de meses emergen nuevas herramientas, nuevos conceptos, nueva información, en distintos niveles, configurando incesantemente nuevas realidades cada vez más complejas. Lo único que permanece es el cambio. Es decir, al comenzar cualquier proyecto no estamos claros en el resultado, por eso necesitamos una organización flexible, abierta y orientada a resultados concretos…esto no está muy lejano a la administración por objetivos.

     Una cualidad que salta a la vista de los empleados 3.0 es su capacidad de aprendizaje. El líder 3.0 ha de asumir que muchas veces sus empleados lo superarán en la comprensión del entorno social, cultural y tecnológico que configura el hábitat de la empresa, pero será capaz de dirigir ese nuevo conocimiento hacia el bien común. Siempre hemos dicho que el director no necesita saber tocar todos los instrumentos de la orquesta, le basta con conocer la partitura y hacer que todos los intérpretes hagan lo suyo de la mejor manera desde su propio espacio.

     Incluso en tiempos de crisis extrema no hay que olvidarse de que el que persevera usualmente alcanza las metas, por más que haya incluso que estar permanentemente adaptándolas a los nuevos escenarios. Bertolt Brecht decía que “las revoluciones se producen en callejones sin salida”. Lo mismo ocurre con las grandes innovaciones. No hay que temerle a las crisis, sino al estancamiento, a la inmovilización, a la parálisis. No hay que asustarse por los riesgos en los proyectos, debemos enfrentarlos en equipo, de otra forma no lograremos los resultados esperados.

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