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miércoles, 6 de mayo de 2015

La era tecnológica está acabando con el tiempo de ocio

     Son muchas las teorías que han intentado abordar el problema de la falta de tiempo a lo largo del día. Paradójicamente tenemos a nuestra disposición muchos más artilugios que nos permiten ahorrar tiempo - tecnología-, ¿recuerdan cuánto se tardaba en escribir, enviar y esperar respuesta de una carta?– y porque no es totalmente cierto que el tiempo de ocio del que disponemos se haya reducido. Dos elementos esenciales en la ecuación son la percepción y la distribución que a continuación se abordan :



Percepción

     Si la jornada laboral no ha aumentado y si tenemos muchos más medios tecnológicos a nuestro alcance, ¿por qué nos sentimos como si nunca tuviésemos tiempo? Lo que ha cambiado no es la cantidad de tiempo de que disponemos, sino cómo lo entendemos. Cada vez más, el tiempo es dinero, cuando tú gastas, en el fondo lo que estás gastando es tiempo de vida que se te fue. Una de las grandes paradojas del trabajo contemporáneo: el empleado no puede decidir de forma absolutamente libre trabajar un día dos horas menos y recibir menos dinero. Por lo tanto, debe gastar todo ese dinero que no necesita pero que obtiene de todas formas.

     En el pasado, la relación entre tiempo y dinero no era tan acentuada. Sin embargo, desde el siglo XVIII, cuando empezó a medirse el tiempo con relojes, todo empezó a cambiar, y la hora trabajada empezó a cuantificarse de forma monetaria. Ello implica que una hora de nuestras vidas tenga un valor económico asociado, y cuando algo de repente resulta tan valioso que podemos cuantificarlo en dinero, nos parece mucho más escaso. Haga la prueba: averigüe cuánto vale su hora trabajada. Piense cuánto debe trabajar para hacer la compra, pagar su casa o darse un capricho. Qué agobio, ¿verdad?
Vivimos en un mundo en el que aceptamos dicha realidad, y ello nos obliga a optimizar nuestro tiempo para no dejar de ganar dinero. Cuanto más avanzada tecnológica y socialmente es una sociedad, más rápido vive. El problema con las sociedades capitalistas modernas es que tienen que crecer e innovar no para alcanzar una meta, sino para perpetuar su estatus. Es lo mismo que ocurre al trabajador, que debe hacer cada vez más cosas para recibir la misma paga.

Distribución

     Hasta hace relativamente poco, disponer de una gran cantidad de tiempo libre era una señal de estatus. Al fin y al cabo, los aristócratas vivían de sus rentas mientras que los campesinos primero y la mano de obra industrial más tarde se deslomaban de sol a sol para conseguir un mísero jornal. Sin embargo, en este momento, la situación ha cambiado de cabo a rabo. Ya no se trata únicamente de que los CEO de las grandes empresas se vanaglorien de lo poco que duermen y lo mucho que trabajan, sino que no hay más que echar un vistazo a sus hábitos de vida para comprobar cómo, a pesar de sus privilegios, trabajan más horas que sus empleados.

     Una situación absolutamente opuesta a la de hace apenas unas décadas, en las que los obreros pasaban más horas en el andamio o la fábrica mientras que sus superiores vivían la buena vida. Sin embargo, uno de los grandes beneficios de ser un asalariado era tener una semana laboral predecible y muy poco expuesta a cambios repentinos. Actualmente, la frontera entre el tiempo del trabajo y el de nuestra vida personal ha desaparecido.

     Es el producto de los cambios del mercado laboral que aún están en marcha. Los trabajadores no cualificados pueden disponer de los viejos beneficios del tiempo libre pero a cambio de haber sacrificado muchas cosas: sueldos mucho más bajos, poca movilidad social y una situación de perpetua incertidumbre. Trabajan menos porque el coste de su trabajo es menor. Por el contrario, los trabajadores cualificados tienen más motivos para pasar más tiempo conectados a su empleo. Al fin y al cabo, han elegido cuál será su carrera, por lo que es más probable que estén haciendo lo que les gusta, y no sólo algo para pagar las facturas.

     Esta en cada uno, una vez alcanzado un nivel adquisitivo suficiente, gestionar su dinero en forma de tiempo y su tiempo en forma de dinero.

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