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miércoles, 5 de noviembre de 2014

La nueva estructura organizativa de la empresa futura.


         Se van a producir grandes y profundos cambios en las estructuras de las empresas, la mayoría de las cuales todavía mantiene la organización jerárquica clásica del siglo XX, diseñada para delegar tareas de arriba abajo.
 

 

        
 
 
 
 
 
          Ahora la tecnología está cambiando la manera en que la gente colabora entre sí. La universalización del e-mail ha significado un cambio fundamental en las comunicaciones de negocios, pero también ha revelado importantes ineficiencias, de tal manera que algunas empresas se están planteando eliminar los e-mails internos. En la próxima década se desarrollarán masivamente nuevas formas de comunicación, hoy más minoritarias, como la videoconferencia y las redes sociales corporativas, que mejorarán esta colaboración.

        Mejor colaboración quiere decir más externalización, porque la lógica de la gran empresa es que los costes internos de transacción son inferiores a los externos. Ahora que la tecnología reduce los costes externos, las organizaciones pueden redimensionarse con estructuras más pequeñas y eficientes, externalizando la mayoría de procesos. Los equipos de trabajo incluirán miembros externos a la organización. Ello incluye aspectos antes impensables, como departamentos enteros o directivos en head-renting.

       Los avances en la colaboración permitirán además establecer equipos virtuales para proyectos específicos, juntándose desarrolladores con contratistas y redes para proyectos
determinados y separándose después. Un apunte interesante es que la colaboración abierta será en el futuro un nuevo modelo de negocio.Los efectos de los avances en la colaboración irán más allá de la simple manera en que los equipos interactúan, porque permitirándar más responsabilidad a los colaboradores (empowerment) que formarán equipos que dispondrán de mucha información, gracias a la tecnología móvil y a la analítica avanzada, con capacidad autónoma de decisiones dentro de un marco estipulado por la dirección.
     Todo ello cambiará la estructura organizativa de las empresas, que serán menos jerárquicas, con un organigrama muy plano, y altamente descentralizadas. El resultado es una importante disminución del rol de los mandos intermedios y el aumento de la meritocracia sobre la jerarquía. De esta manera, los mejores destacan independientemente de su edad, prestigio o nivel de estudios.

     Con estos cambios, las empresas medianas deberán decidir si quieren crecer y llegar a ser grandes empresas con las economías de escala que ello comporta o convertirse en pequeñas empresas hiperespecializadas y muy competitivas.
      Pero lo más difícil no será la tecnología, que ya existe, sino los cambios culturales que esto va a representar y los retos para la dirección, que deberá encontrar la manera de gestionar y controlar estas organizaciones planas, que tienen un grado de incertidumbre muy superior a la organización piramidal clásica basada en el “job description”, donde todos saben lo que tienen que hacer.

      Todo un reto para los directivos: adaptarse a la gestión de la incertidumbre o correr el riesgo de quedar marginados.

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